viernes, 29 de marzo de 2013

De montes quemados a urbanizables.


 
Arias Cañete
 
 
Terra Mítica se levantó sobre un bosque quemado.
 
Miguel Ángel Cañete, ministro de Agricultura, está preparando la fórmula para convertir los montes quemados en urbanizables. De esta forma, se ahorra el esfuerzo de seguir conservándolos, con la excusa de que no hay suficiente dinero para ello, y así, una vez quemados y arrasados por el fuego, los entregará con los ojos cerrados al especulador. Lo que acelera y apoya, según él, el cambio de uso forestal, “siempre que se trate de titularidad pública y que se adopten las medidas compensatorias necesarias que permitan recuperar una superficie forestal equivalente a la quemada. Tales medidas compensatorias –reza el borrador de la futura ley– deberán identificarse con anterioridad al cambio de uso”.

Dicha fórmula no complace a los amantes de los bosques sin intereses privados sobre ellos. “Durante la reunión –explica Mario Rodríguez, el director de Greenpeace en España– el ministro Arias Cañete nos aseguró que esto sólo se aplicaría en casos excepcionales, pero tenemos el razonable temor de que, como ocurre tantas veces, la excepcionalidad se pueda convertir en norma”. Hasta el momento, la legislación española prohíbe taxativamente el cambio de uso de los espacios quemados en el plazo de 30 años. Es decir, que, si un monte arde, su recuperación está protegida por la prohibición de “cambio de uso forestal al menos durante 30 años”, con la imposibilidad de realizar “toda actividad incompatible con la regeneración de la cubierta vegetal, durante el periodo que determine la legislación autonómica”. Pero, con la futura ley, las cosas se ponen mucho más fáciles para los especuladores y casos como Terra Mítica servirán de ejemplo.

Terra Mítica, parque temático situado en Benidorm (Alicante) se construyó sobre 450 hectáreas de terreno no urbanizable de especial protección forestal. De hecho, estaba prevista la creación en ese entorno de un gran parque forestal, que se hubiera convertido en uno de los grandes referentes ecológicos de Europa. Pero, el 11 de agosto de 1992, un incendio intencionado y provocado arrasó esos terrenos. A medida que los equipos de extinción intentaban detener las llamas, varios focos simultáneos, como si se tratara de una campaña orquestada, las iban reavivando desde los lugares más insospechados. Mientras bomberos y retenes se concentraban para detener los frentes de fuego, nuevos focos renacían desde otras zonas desprotegidas. Esta situación se prolongó durante varios días. De esta manera, desparecía uno de los más bellos pulmones forestales de España. Y la comarca alicantina de la Marina Baixa se convirtió en un páramo de carbón negro. Eduardo Zaplana,  a la sazón, alcalde de Benidorm, culpó a la Consellería de Medio Ambiente, del gobierno del socialista Joan Lerma, de “descoordinación y lentitud en las tareas de extinción”. Ningún plan de reforestación se aplicó en los años siguientes para recuperar los bosques quemados. Y, cuatro años más tarde, en 1996, recién elegido Zaplana presidente de la Comunidad Valenciana, se creó la sociedad Parque Temático de Alicante, que ese mismo año se beneficiaba de la expropiación de los terrenos arrasados y otorgaba a Terra Mítica S. A. la concesión del suelo para construir una enorme zona hotelera (2.500 plazas), dos campos de golf y el Parque de la Naturaleza.
 
Cuando, en 2003, se redactó la ley que cercenaba la posibilidad de recalificar bosques quemados también Zaplana estaba allí. Era el portavoz de Gobierno de José María Aznar desde mes y medio antes.  Ahora, el ministerio de Arias Cañete pretende retocar aquel restrictivo artículo 50 de la ley de 2003 y abrir la puerta a excepciones. Una propuesta que Greenpeace califica como “un peligroso paso atrás”.

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