domingo, 25 de agosto de 2013

Jaque al Rey, hacia la Tercera República.


 
 
En el artículo “Jaque al Rey, hacia la Tercera República” (Público.com, el pasado 6 de agosto en su sección “Números rojos”), Juan Luis Gallego desarrollaba un interesante reportaje de sobre este tema. “Cayeron las barreras –comienza el mismo–. Cuestionados abiertamente por los ciudadanos, el Rey y la Monarquía se tambalean. La crisis económica e institucional puede llevarse por delante a un régimen heredero del franquismo del que, dicen los republicanos, no puede venir el cambio necesario. Incluso empujan en la misma dirección ciertos sectores del poder, temerosos de que la Corona los arrastre en su caída”. Gallego recuerda que el 70 % de los españoles no votamos la Monarquía. Dice que nadie de entre los menores de 52-53 años tenía, en 1978, la edad suficiente para acudir a las urnas cuando los españoles fueron llamados a votar ‘sí’ o ‘no’ a la pregunta “¿Aprueba usted el Proyecto de Constitución?”, planteada como un ‘todo o nada’, un cheque en blanco hacia una democracia tutelada por Juan Carlos I o la continuidad de las leyes del franquismo. Treinta y cinco años después, la valoración de la Corona entre los ciudadanos es la peor de su historia: en la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes de abril obtenía una puntuación de 3,68 sobre 10. ¿Por qué, entonces, continuar con ella? ¿Porque es útil? “Que alguien pueda sostener que la Monarquía tiene alguna utilidad en la España actual me parece delirante. Dudo de que alguna vez haya sido útil, pero no cabe duda de que hoy se ha convertido en una parodia de sí misma”, contesta el historiador Josep Fontana, profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra. ¿Porque en la actual situación de crisis y deterioro de las instituciones garantiza la estabilidad necesaria para salir adelante? “En las extraordinarias circunstancias actuales, de crisis económica e institucional –afirma Julián Casanova, catedrático de Historia por la Universidad de Zaragoza–  la Monarquía, y en concreto Juan Carlos, no pueden encabezar el movimiento de regeneración política, cultural y educativa que necesitamos”. ¿Porque sirve de paraguas a todos los españoles, sangrientamente enfrentados hace solo unas décadas? “Si el argumento es que ha permitido incorporar a un proyecto constitucional a los sectores conservadores –responde Armando Fernández Steinko, profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid– no soy partidario de una concesión tan importante, que no es necesaria, ni legítima, ni compatible con la idea de democracia”. ¿O quizás sea, simplemente, porque es un régimen tan válido como cualquier otro? “La Monarquía –explica Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política de la UNED es un legado de los estados absolutistas, con una legitimidad dinástica y familiar, basada en privilegios. Es una institución no electa, que no tiene legitimación democrática. Frente a esa realidad, no valen argumentos coyunturales o tacticistas”.

Francisco Franco junto al Príncipe de España Juan Carlos de Borbón, en el momento de proclamar a éste sucesor suyo a título de Rey, el 21 de julio de 1969.

Una de las imágenes más deliberadamente arrinconadas por los monárquicos españoles es la que muestra al príncipe Don Juan Carlos el 22 de julio de 1969, jurando antes las cortes franquistas “lealtad al jefe del Estado”, Francisco Franco, y “fidelidad a los principios del Movimiento Nacional”, para luego añadir, en su posterior discurso y entre los aplausos de los representantes del régimen: “Recibo de su excelencia, el jefe de Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936”, es decir, del levantamiento que inició la Guerra Civil. El 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte de Franco, Juan Carlos I de Borbón es proclamado rey de España tras un juramento similar de “lealtad a los principios del Movimiento Nacional”. La Constitución, aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978 con el 87,8% de los votos, consagra la Monarquía ideada por Franco. “Una Monarquía impuesta por Franco –recuerda el historiador Josep Fontana– y la Constitución no incluían ninguna opción para debatir sobre su continuidad. Olvidamos que lo que realmente se nos ofreció a votar era si aceptábamos aquel texto constitucional, con Monarquía incluida, o queríamos seguir con la legislación de la dictadura”. Hoy la Monarquía es un mastodonte que emplea y dispone de 45 coches oficiales y que cuenta este año con 7,9 millones de euros para pagar, entre otras cosas, los casi 300.000 euros que cobrará el monarca (ver detalles en el recuadro que acompaña este reportaje), los casi 150.000 del príncipe Felipe y los 260.000 que se reparte el resto de la familia en función de los actos a los que acude en representación de la Casa Real.
 
 
En esos casi 8 millones de euros no entra el coste de los viajes, que paga el Ministerio de Asuntos Exteriores; ni la seguridad, que asume Interior; ni los vehículos, que sufraga el Ministerio de Hacienda, ni el mantenimiento del Palacio de La Zarzuela y de los Reales Sitios, de los que se encarga Patrimonio Nacional. De pronto, prosigue Gallego, ese mastodonte se tambalea. Por muchas razones. Influye, por supuesto, el ‘escándalo Nóos’, que arroja sospechas no solo sobre Iñaki Urdangarin y su mujer, la infanta Cristina, sino sobre todos los que en su entorno conocieron y prefirieron tapar. O las dudas sobre el patrimonio del propio rey, que recibió de su padre como herencia 375 millones de pesetas en una cuenta suiza, además de bienes inmuebles, y que nadie se ha sentido en la obligación de explicar. También su comportamiento privado, que le lleva a cazar elefantes en Botsuana mientras el país se tambalea y ve impotente cómo comienzan a airearse con escasos tapujos las noticias sobre sus supuestas infidelidades. “Al rey –explica el historiador Casanova– se le protegió durante la Transición y las últimas décadas de democracia frente a las críticas y el debate público No podía haber un debate libre sobre cómo organizar el Estado, lo cual no quiere decir que no hubiera un grupo amplio de la población que aceptara a la Monarquía (y más concretamente a Juan Carlos), al margen de los elogios y que había en torno a él. Todo eso ha comenzado a cuestionarse en los últimos años, cuando los escándalos en torno a la Casa Real y la falta de transparencia y respuesta ante ellos, marcan un punto de inflexión para la legitimidad de la Monarquía”. Pero, sobre todo, influye que ese comportamiento ‘poco ejemplar’ de la familia real se da en un país con seis millones de parados, azotado por la corrupción, que descubre cada día una nueva muestra de la desfachatez con que amplios sectores de la clase pública han manejado los recursos públicos y que clama a gritos por una regeneración democrática que, por primera vez tan mayoritariamente, no excluye a la Monarquía.



La familia real recibe abucheos en cada aparición pública y revistas satíricas como El Jueves, que saca a portada una viñeta del príncipe y su mujer haciendo el amor y pensando en la posibilidad de cobrar el ‘cheque bebé’ de Zapatero, o Mongolia, que tiene que doblar edición ante el éxito de su "El rey podría violarte" –en referencia a la inimputabilidad que le concede la Constitución–, superan límites hasta ese momento impensables, a la vez que abren la veda para que otros medios de comunicación destierren de una vez, o al menos limiten, la autocensura con respecto a la Monarquía. Los gestos posteriores por parte de la Casa Real –la inaudita petición de perdón del rey por la cacería de elefantes o su disposición a entrar en la Ley de Transparencia– llegan tarde. La siguiente pregunta que se hace Juan Luis Gallego es:
¿Es esta contestación ciudadana el anticipo del cambio hacia un sistema republicano? Carlos Hermida, de la Federación Republicanos (RPS), cree que, efectivamente, ese cambio es "la verdadera alternativa" a una situación que califica de "catástrofe nacional". No vale, dice, "alejarse de la política y de los partidos", porque es una apuesta "absurda y peligrosa que abre la puerta al fascismo"; ni tampoco confiar en una regeneración democrática basada en una Constitución "que tiene en sí misma la huella política del franquismo" y que fue aprobada en el marco de una transición que, en realidad, fue "un fraude y una estafa al pueblo español". La única respuesta, insiste, es "romper con la Monarquía y proclamar la Tercera República". El cambio de régimen no puede venir, precisamente, de quienes lo sustentan y definen. "Ruptura y República", resume Juanjo Picó, de la Unión Cívica por la República.

Más allá de las coyunturas, Josep Fontana recurre a la lógica para explicar las bondades de la República frente a la Monarquía: “La posibilidad de cambiar a plazo fijo un jefe del Estado cuya actuación no haya resultado satisfactoria, en lugar de esperar a que muera y confiar en que su sucesor será mejor, me parece un argumento suficiente”. Fernández Steinko afirma que “la República permite una mayor identidad del ciudadano con la cosa pública y abre la puerta a su participación política”, frente a la “normalización de zonas del Estado inaccesibles para el ciudadano” que entraña la Monarquía. Y Jaime Pastor destaca la “legitimidad racional y democrática” de la República y se remonta a la Revolución Francesa para recordar “la lucha contra los privilegios y la idea de soberanía popular”. Ahora, dice, esos valores implican “participación política y una visión de las libertades como virtud cívica”. Pero, según los testimonios recogidos por Números Rojos, hay un elemento nuevo que hace este momento diferente. Y es el descontento con el rey, quizás interesado, quizás espurio, pero descontento al fin y al cabo, de quienes temen que el deterioro de la Monarquía que tan bien ha protegido sus intereses se les lleve también a ellos por delante. Lo explica el profesor de Ciencia Política Jaime Pastor: “Se optó por la Monarquía en la Transición porque garantizaba la estabilidad política y la continuidad del bloque de poder económico y social que había bajo el franquismo. Pero ahora, en algunos sectores de ese bloque de poder dominante empiezan a dudar de su funcionalidad, al menos bajo el mandato de Juan Carlos”. Coincide en la idea el ex coordinador general de Izquierda Unida Julio Anguita, quien, al presentar en Madrid el libro “Conversaciones sobre la III República”, afirmaba que, “en estos momentos, el poder ya no confía ni le sirve la Monarquía juancarlista, y por eso se está pensando en el relevo”. Pero Anguita advierte, a la vez, del “peligro” de que se trate de un relevo teledirigido que traiga una “republiquita” al servicio, “no del pueblo español, sino del juego de poderes”. De ahí, dice, la importancia de dotarla de contenido, lo que Carlos Hermida llama ponerle apellidos: “federal”, “laica”, “participativa”, “solidaria”… “Implantar un régimen republicano no es más que un comienzo –afirma el historiador Fontana-. Luego hay que darle un contenido de democracia participativa”.


Elefante republicano, el gran enemigo del rey.
¿Y cómo llegará esa Tercera República, cuál será el proceso que desencadene el cambio? Gallego recoge diversas opiniones. Por ejemplo, la de Fernández Steinko, quien se atreve a elucubrar con la posibilidad de que la "sorpresa" venga en unas elecciones municipales, "donde las votaciones son más autónomas y menos controlables", y dibujen un mapa nacional dominado por unas fuerzas que hayan priorizado el mensaje republicano en su presentación. Como ocurrió en 1931, cuando las municipales del 12 de abril demostraron la implantación de los partidos republicanos y abrieron una crisis institucional que, en apenas dos días, se saldó con la marcha del país de Alfonso XIII (abuelo de Don Juan Carlos) y la proclamación de la Segunda República. Jaime Pastor aventura "un proceso desigual de cuestionamiento de la Monarquía", es decir: "Si realmente no se da un proceso de refundación democrática desde el Estado central, es posible que haya movimientos a favor de la República más fuertes en territorios como Cataluña o el País Vasco" y que, al final, acaben concluyendo en una "unión libre de repúblicas". Juanjo Picó, de Unión Cívica por la República, apunta una variedad de detonantes: movilización social, una alternativa electoral, una determinada combinación de fuerzas en el Parlamento… Y desgrana algunos de los elementos en los que, al margen de cuál fuera ese detonante, debieran darse en ese "proceso constituyente" hacia la República. A su juicio, es necesario contar con "un referente político y social claro", aunque no necesariamente electoral. La Junta Estatal Republicana, por ejemplo. Se trata de un "espacio de convergencia plural republicana", impulsado en enero de 2012, cuyos componentes han aparcado sus diferencias políticas en pro de la República. Entre sus más de 50 organizaciones participantes, el Partido Comunista de España, la Unión Cívica por la República, la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo, Republicanos (RPS) o IU. Esa Junta puede facilitar otro de los elementos que Picó considera claves en el proceso: la "visualización" del cambio. ¿Cómo? Con un gran acto público en la plaza de toros de Las Ventas por ejemplo, o, por qué no, con el nombramiento a nivel estatal de los cargos públicos de esa Tercera República. Además, mantiene Picó, es necesaria una "hoja de ruta para ir golpeando poco a poco con hitos clave de gran impacto". Pero sobre todo es fundamental una "pedagogía diaria", la creación de "un tejido social republicano", con juntas en barrios, municipios o provincias, y "la republicanización de las luchas ya en marcha, mareas incluidas". Joseph Fontana nos recuerda que lo único que se requiere para una República constituyente, que ahí es donde está lo que realmente importa, es un mandatario provisional. Y Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política, apunta la posibilidad de que fuera una mujer.

Mariano y el Rey arreglan Malí.
 
Aníbal Malvar publicaba el pasado día 10 un artículo sobre la monarquía titulado “Mariano y el Rey arreglan Malí”. Decía así: “No me extraña que, en su reunión de ayer, el rey y Mariano Rajoy se hayan olvidado de charlar sobre Luis Bárcenas. Aunque al lector de intelecto errabundo le suene extraño, este tipo de olvidos es muy común entre los designados a dedo. Dice el dicho de que cuando a un tonto le señalas la luna mira el dedo, y no la luna. Por esa misma razón, cuando la luna señala a un dedo es que hay que mirar al dedo, y no al tonto. A mí no me extraña en absoluto que los herederos dactilares de José María Aznar y de Francisco Franco se hayan olvidado, para una vez que se ven, de hablar de Luis Bárcenas. Están ellos para tonterías, en agosto. Para los españoles de verdad, y para las gaviotas, Luis Bárcenas es un peñazo. Pero el Peñón es el Peñón. Y del Peñón sí que hablaron, el rey y su fiel Mariano. Y muy alto. Y muy fuerte. Y sin plasma... Todos esos temas pan-nacionales son los que centraron la atención del Borbón y de Mariano, en una conversación de resultados geoestratégicos que ya se están notando, si uno se fija. Solo hay que comparar cómo estaba el mundo ayer de desastroso y esta placidez pacífica con la que nos hemos levantado hoy. En poco más de 24 horas, se han arreglado Mali, Siria, Oriente Medio y Corinna, como cualquier persona informada puede testificar. No es poco logro antes de irse a tomar tranquilo las cañas. El ciudadano medio tiende a enfangarse en asuntos baladís o baladíes, cual los latrocinios de Luis Bárcenas, los sobres-sueldos declarados de Rajoy, los muy eróticos sms en los que Rajoy le pide a Bárcenas ‘sé fuerte”, los urdangarines, los diazferranes, los blesas y esas chorradas. Pero, como no podría ser de otra manera, nuestro rey y nuestro presidente no se abajan al bar de nuestra cortedad. Y de lo que ellos hablan es de las elecciones en Mali. Algo que, en Mali, se aprecia sobremanera y aquí valoramos muy poco. Tanto Juan Carlos como Mariano, y, en su representación, España, han demostrado durante décadas su compromiso con el desarrollo de Mali y en pro del exterminio de su hambruna crónica, como se constata en los Presupuestos Generales del Estado con las enormes partidas de dinero que cada año destinamos los españoles al progreso de tan hermanado país vecino. La independencia de Mali, para cualquier español, sería incluso más dolorosa que la de Catalunya. Y me quedo corto. Aunque yo no veo a Mariano ni a Juan Carlos sabiendo mucho de Mali, a mí me da que no están manipulando. Que sí han hablado de Mali, o de cosas y países de los que tengan parecido entendimiento, que vienen a ser todos”...


 
"Los españoles –escribía José Luis Escobar Arroyo el 11 de mayo de 2012 en el artículo "Jaque al Rey", publicado en la República Institucional, diario digital fundado por Antonio García-Trevijano– nunca tuvimos libertad para elegir un sistema de Estado. No se nos dio nunca la posibilidad de elegir entre Monarquía de Partidos, República Constitucional, o República de Partidos, nunca tuvimos un período de Libertad Constituyente. Franco nombró heredero a título de Rey a Juan Carlos de Borbón. Le transmitió en herencia, la naturaleza política de un Dictador, el Poder Absoluto y sin control: la Potencia. D. Juan Carlos, tras aceptar la herencia, llegó a un acuerdo con los redactores de la Constitución, mediante el cual, cedía los poderes políticos que provenían de la legitimidad del 18 de julio de 1.936, todos los poderes menos dos: a) El derecho a ser inmune ante la Ley, a estar por encima de ella, a ser inviolable y b) el derecho a percibir un estipendio anual. Así se reflejó en los artículos 56 al 65 de la Constitución. D. Juan Carlos sucedió a Franco, a título de Rey, aunque en ese momento no ostentaba los derechos dinásticos que correspondían a su padre. Pero sí era el sucesor de Franco y, por tanto, titular del Poder Absoluto. En estas condiciones otorgó, conforme se refleja en la Constitución, el derecho a juzgar en Su Nombre, el derecho a unas Cortes, a un Gobierno elegido por ellas; otorgó el derecho de los españoles a reunirse, expresarse y su derecho a la vida y a la integridad física entre otros. Pero, a cambio de recibir estos privilegios, los españoles manifestarían su voluntad de que nunca podrían juzgar a su Rey y además mantendrían, mediante impuestos, su Casa. El papel del pueblo español en un plebiscito, fue manifestar la aceptación de esos derechos provenientes directamente del 18 de Julio, y transmitidos desde la Ley a la Ley, o no aceptarlos y devolverlos a su Señor. En eso consistió la votación de la Constitución en Diciembre de 1978".

“Existen hoy –prosigue Escobar– serios indicios de que el Rey ha cometido un delito de cohecho impropio, al aceptar unos regalos de un representante de la familia Real de una potencia extranjera. Es el mismo caso que costó la carrera política a Francisco Camps. El Tribunal Supremo estableció que era delito aceptar el regalo de unos trajes por consideración al cargo. Luego un jurado dictó la absolución, pero quedó bien definido el delito. El Rey es irresponsable, no cabe duda, cuando alguien refrenda sus actos, pues asume la responsabilidad de éstos. Ahora los tribunales tienen que decidir, si es susceptible de proceso y condena cuando comete un delito y no está refrendado. Los Tribunales pueden interpretar sistemática y restrictivamente la inviolabilidad del Rey, estableciendo que es susceptible de proceso y condena, por un acto sin refrendo que constituye delito de cohecho impropio, porque el derecho de inviolabilidad proviene de la Constitución y el privilegio personal a no ser susceptible de proceso y condena, choca contra el artículo 14, sobre la igualdad ante la Ley. El Rey sería así inviolable solo cuando es refrendado. Si los Tribunales resuelven bajo esta interpretación, se abriría un proceso penal contra D. Juan Carlos, colocando así a la Monarquía en una posición de Jaque al Rey. Los Tribunales pueden interpretar extensivamente la inviolabilidad del Rey. No sería éste susceptible de proceso o condena, porque D. Juan Carlos, es titular de todos los derechos que no ha cedido al pueblo español, aquellos conquistados por Franco el 18 de julio de 1.936, entre los que se encuentra el derecho que se arrogó anterior Jefe del Estado a responder exclusivamente ante Dios y ante la Historia, pero jamás ante un Tribunal. Se desprende del principio de legalidad (9.3 de la Constitución), que todo lo que no está prohibido, está permitido. Dado que al Rey es inviolable, no le atañe las prohibiciones del Código Penal, le está así permitido, según esta interpretación, el cohecho, la prevaricación, el fraude, la violación, el robo, el asesinato… Si los Tribunales interpretan que el Rey se sitúa ominosamente por encima de la Ley, tras el caso Urdangarín, y la presunta comisión de un delito, el pueblo español no lo va a tolerar. La Monarquía se va a colocar en una situación de Jaque al Rey. La denuncia es un camino inexorable al Jaque Mate en pocas jugadas. Tras el Jaque Mate, se impondría por fin la oportunidad de que el pueblo español, por primera vez en su historia conozca la Libertad Constituyente. Podrá elegir la forma de su Estado. Cualquier forma que elija, Monarquía o República, será perfecta, porque no ha sido impuesta u otorgada. Por fin podremos defender, pero pacífica y limpiamente, en las urnas, la República Constitucional”.

 Foto actual de la Moncloa.
 
“¿Qué méritos tiene Ana Mato para ser ministra de Sanidad? –se pregunta Ramón Cortarelo en el artículo titulado “La oligarquía franquista”, publicado en Palinuro (cotarelo.blogspot.com.)– No sabe medicina, no sabe farmacia, ignora todas las ciencias de la salud y jamás se ha dedicado a ellas. Su mérito es haberse pegado a Rajoy como el percebe a la roca. Ese es su único ‘mérito’, ser amiga y enchufada del jefe, Rajoy y, por supuesto, guardar una disposición canina a ejecutar todas las órdenes que este le dicte quien, a su vez, las recibe de arriba. ¿Y cuáles son los méritos de Rajoy para ser presidente del gobierno? Hacer la pelota al matrimonio Aznar cuando el marido era el jefe, que lo designó sucesor a dedo. ¿Y cuáles eran los méritos de Aznar? Ninguno. Este oscuro funcionario de Hacienda, que escribía artículos falangistas en un periodiquillo de provincias en su juventud, supo ganarse la confianza del fundador del partido, Fraga, quien también lo ungió sucesor, sin haber él conseguido la ansiada jefatura. Fraga tenía méritos por su cuenta o eso pensó Franco cuando lo nombró ministro de la Dictadura. Los méritos de un ministro de una de las dictaduras más sanguinarias, estúpidas y corruptas del mundo. Y lo mismo sucede con otros miembros del actual gobierno (…) En realidad España está gobernada por la tradicional oligarquía franquista que se vale de estas fieles nulidades para administrar un aparato de asalto al poder por medios presuntamente fraudulentos, a base de la financiación ilegal que le ha permitido ganar elecciones haciendo trampas sistemáticamente hace ya unos veinte años y celebrarlo a bombo y platillo con unos medios y publicistas a sueldo. Por supuesto, esta práctica ha corrompido el funcionamiento normal de las instituciones democráticas a extremos tan ridículos como que el presidente del Tribunal Constitucional sea militante del partido del gobierno. Es decir, de esta pintoresca asociación (…) No es un gobierno, no es un Parlamento, ni un partido; es un instrumento de la oligarquía franquista. Lo muestran a diario sus hijos, esos zangolotinos de Nuevas Generaciones, y algunos de sus especímenes menos adelantados en la escala de la evolución humana que tienen repartidos por las alcaldías del país. Es imposible tomárselos en serio y, sin embargo, hay que hacerlo porque son peligrosos. Carecen de respeto por los derechos y libertades de los ciudadanos y los reprimen con verdadera saña. Les da igual la deriva autoritaria, fascistizante del régimen porque los llevaría a lo suyo. No solamente están arruinando a la gente, empujándola a la desesperación o al extranjero, sino que ya han conseguido también rebajar nuestra esperanza de vida. Un buen recurso de la oligarquía para resolver el problema de las pensiones”.

 
El regidor de la localidad lucense, Manuel González Capón, rechazó dimitir el jueves pasado en el pleno extraordinario celebrado para abordar su posible renuncia al cargo tras sostener que “los que fueron condenados a muerte” durante el franquismo “será que lo merecían”. El pleno contó con la presencia de unos 200 ciudadanos que acudieron a las inmediaciones del Ayuntamiento bien para apoyarle, bien para pedirle su dimisión y reprocharle sus palabras. Los gritos del exterior y la presencia de partidarios del actual alcalde en el interior del Ayuntamiento provocaron diferentes momentos de tensión. La mayoría absoluta del PP respaldó al regidor, mientras que BNG y PSOE le pedían que dimitiese. González Capón indicó que no tenía ninguna intención de dimitir por unas palabras que fueron, reconoció,  una “imprudencia” y que ya había sido disculpado por el Partido Popular. El alcalde pidió disculpas a todos aquellos que “se hayan sentido ofendidos”. Errar es de humanos y de sabios rectificar”, señaló durante su intervención. Sin embargo, la oposición consideró inadmisible que las declaraciones del alcalde se pudieran resolver con una simple disculpa y reclamó que el PP intervenga para forzar su dimisión. Xosé Manuel Becerra, portavoz en Baralla del BNG, añadió que era “inadmisible” que un alcalde de una democracia pudiera resolver una frase como la suya con una simple disculpa. “Le hemos dicho que sus declaraciones son una barbaridad y que debe dimitir sí o sí. Para nosotros ha quedado retratado como un franquista, así como todos los demás que le han apoyado”. Por su parte, el secretario de organización del PSOE de Baralla, Patxi Fernández, secretario de organización del PSOE señaló que tanto el PP como el PSOE nacional deberían redactar una ley que declare delitos penales la exaltación, defensa o negación de los crímenes franquistas tal y como sucede en Alemania con el régimen nazi de Adolf Hitler. “Tenemos que seguir trabajando –dijo– para que gente de esta calaña neofascista no pueda acceder a cargos públicos”.

 
“No me siento orgulloso de lo que dije –afirmó el alcalde–. “Ellos, los vecinos, me conocen y saben que este fue un tema salido de madre, sobre unas palabras fuera de contexto, aunque estuvo mal dicho. Que quede claro, pero también estoy agradecido por el apoyo, que me da ganas y fuerza para seguir trabajando”. Según el PSdeG, se debatía una moción del PP de condena a los actos violentos de Resistencia Galega. Los socialistas pidieron “condenar cualquier tipo de acto violento, venga de quien venga”. Y pidieron a los populares que mostrasen “sensibilidad para condenar otro tipo de actos, como las muertes durante la dictadura”, lo que provocó esa “airada respuesta”. Pero el asunto ‘no se ha acabado’ para el alcalde. El PSdeG anuncia que exigirá “formalmente” que González Capón pida perdón por estas afirmaciones, que son “profundamente hirientes e inaceptables en una sociedad democrática”, y “totalmente despreciables”. La Diputación de Lugo, gobernada por PSOE y BNG, llevará a pleno en el mes de septiembre una propuesta para debatir la dimisión de González Capón como diputado provincial.  La polémica coincide con el 74 aniversario de la muerte de Las 13 Rosas, un grupo de trece chicas de entre 18 y 29 años que fueron fusiladas en Madrid al término de la Guerra Civil por su pertenencia a las Juventudes Socialistas Unificadas.

El tiempo pasa... y el Estado no hace nada. Ayúdanos a recobrar la dignidad de los que nunca la perdieron. No esperes más.

 
Francisco Arias Solís comenta en Facebook la actitud de Rajoy al declarar la guerra fría a Inglaterra.


“El tal Rajoy –dice Arias Solís–, poniéndose gallito, muy en la línea de Mar-gallo, le reprocha a Camerón que no toleraría los bloques de hormigón lanzados por Gibraltar al fondo del mar.”


“Es la gran coartada del tal Rajoy para salir del avispero Bárcenas: sacar Gibraltar del baúl franquista”.

Erlich inicia el humor de esta semana aparecido en la prensa española.




 
 
Cuando el pueblo sea una república, no habrá ejércitos, castillos, coronas ni dioses que la detengan. Le sigue el humor de El Faro, Forges, Peridis, J. R. Mora, M Fontdevila, A. López y otros.
 








 
Pep Roig nos recuerda con su humor: historia interminable de España, la indultolandia política, la Fiesta Nacional, con el agua al cuello, nos quieren esclavos y  A til as linguístico.







Terminamos con tres vídeos. El primero de ellos es la representación simbólica (escenificación ajedrez) del advenimiento de la IIIª República española y la consecuente caída de la monarquía heredada del franquismo.



El segundo es una explicación dada por Antonio García Trevijano ante las disculpas del Rey Juan Carlos.



El último es visual. En muy pocas ocasiones se ve a un grupo de personas llegar a caminar de forma tan sorprendentemente sincronizada.
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

La República es absolutamente inabordable. El Rey detenta el control de todos los poderes, incluso de los ocultos, y en último término y llegado el caso, dispone de todas las escopetas. No hay jaque al
Rey ni nada de nada encaminado hacía la tercera República, con excepción acaso de un pequeño apartado matrix que vivencia tan sólo un estado de ánimo antimonarquico, necesario -y por ello consentido- para afianzar aún más si cabe, la propia garantía perennne de la institución, ya que esta se retroalimenta constantemente de su propia disidencia. Resumiendo, que ser republicano en este país, es tan sólo una cuestión estética. De ahí no pasamos, lamentándolo mucho.