sábado, 10 de agosto de 2013

“Una monarquía bananera”.



“Convertida la realidad española en un gran programa de telebasura –escribe Luis García Montero, en Público.es, bajo este título, al que podría completarse: en esa corte de los milagros–, aquí puede pasar cualquier cosa. La información veraz, objetiva y comprobada es más importante que nunca. Depende de ella no sólo nuestra democracia, sino nuestra salud mental (…) El rey de Marruecos indulta a 48 españoles. Como el rey de España vive horas bajas, parece que el Gobierno y su hermano marroquí procuran devolverle el prestigio sentimental a través de medidas de gracia. ‘Es un regalo de vuestro rey’, le dijo un carcelero a uno de los presos que dejaba en libertad. Todos tan felices. Pero de pronto Hamid Krayri, abogado de la Asociación de Derechos Humanos de Marruecos, da la voz de alarma. Ha quedado libre un pederasta de comportamiento peligroso y repugnante. Por culpa de un error – nos cuentan– se mezclaron dos listas, una de presos a indultar y otra de presos a repatriar. Acabaron todos en libertad y camino de España. Aunque llama la atención la prisa con la que se gestionó el regreso a España del pederasta libre y aunque tiene una biografía llena de peripecias extrañas, el Gobierno no ofrece explicaciones. Se vale, además, de un uso manipulado de la Ley de Protección de Datos para ocultar el nombre de los otros indultados por error. Así que por nuestras calles pueden andar sueltos 29 violadores, asesinos y criminales peligrosos. Más preocupante incluso que el caso publicitado del pederasta es el anonimato de los otros delincuentes.

“En algunos medios marroquíes –prosigue García Montero– se ha vinculado al pederasta con los servicios secretos españoles. Aquí se extiende el rumor. ¿Pero será posible? La verdad es que cualquier chapuza es creíble en esta monarquía bananera. Hasta el disparate más grande puede suceder. La salud política, las relaciones internacionales, la economía, la corrupción y los accidentes ferroviarios dependen en España de explicaciones que no pueden darse de forma razonable. Ante los silencios que protegen al Gobierno –más que a los datos-, dependemos de la investigación periodística.

“Por ahora sólo hay una cosa clara: este escándalo ha sido posible gracias a los avances de la opinión pública en Marruecos y al desmantelamiento de la española. Mientras la indignación de los ciudadanos marroquíes puede provocar ya que un rey feudal rectifique, la impunidad y la prepotencia del Gobierno español hace posible cualquier desafuero. Somos tratados como siervos más que como ciudadanos. Los indultos a la carta pertenecen a la España de pandereta en la que el responsable de un partido afirma ante el Parlamento, sin ningún tipo de vergüenza democrática, que no se enteró de nada mientras su tesorero estaba haciéndose multimillonario con el cobro de comisiones ilegales y favores políticos.

“Todo se relaciona. A esta España maltratada, más cerca políticamente de África que de Bruselas, viene Olli Rhen, el Vicepresidente económico de la Comisión Europea, para darle la razón al FMI y pedir una bajada del 10 % en el salario de los trabajadores. España es tratada como una colonia, porque este Gobierno –y el anterior– le han servido nuestro Estado en bandeja al colonialismo europeo y a las grandes fortunas de la monarquía bananera. También en economía necesitamos de un periodismo serio que explique el origen de la crisis española, la situación de un país desnutrido y la verdad de nuestros salarios. Hay trabajos y salarios tan miserables que ya no hace falta quedarse parado para vivir por debajo del umbral de la pobreza”. García Montero termina con esta verdad como un templo: “Necesitamos información para salvarnos de una corte de los milagros en la que cualquier cosa es creíble”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ciertamente que "lo que pasa" en este país tiene un componente surrealista y de absurdez que paraliza en ocasiones las iniciativas más nobles del ser. Sobretodo cuando se constata que ese aparente sinsentido responde a un canallismo institucional perfectamente estructurado y consolidado. Los transmisores de la información o clase periodistica, tampoco están libres de la sospecha generalizada de su pertenencia o adscripción a las redes de corrupción más amplias. Todas las asociaciones están putrefactas. El desconcierto es tal, que uno ya no sabe ni como ser de izquierdas. Y en este sentido, el gran dilema es: cómo no contaminarse en lo colectivo. ¿Se podría sobrevivir y contribuir al progreso en compañia de otros permaneciendo incólume en coherencia y dignidad...? Entretanto, en esa incertidumbre permanecemos solos, convertidos en islas aisladas y recónditas. Y claro está, así ganan los de siempre.

chiflos.