miércoles, 19 de marzo de 2014

Todo en torno a una paella.

Tejero: "Se sienten, coño, que la paella fría no vale nada".
 
“España – escribe Yeray Calvo en Tremendina Tópic– se debate cada día entre dos dimensiones: la fantasía y la realidad. Uno observa las noticias y muchas veces no sabe si se trata de una broma, una fantasía, una ‘Operación Palace, o la triste y burda realidad. Resulta que el hijo de Tejero celebró, en un cuartel de la Guardia Civil, los 33 años del intento de golpe de estado del 23-F. Y no, no es cosa de Jordi Évole”. Los francotuiteadores se preguntaron si la comida en el cuartel para celebrar la intentona de golpe de Estado era obra de Jordi Évole y si el cocinero era Garci. El ex teniente coronel, Antonio Tejero Molina, se citó con su hijo, Antonio Tejero Díaz, en las instalaciones que dirigía en el Grupo Rural de Seguridad número 1, en Valdemoro (Madrid), que dependen de la Benemérita. El hijo de Tejero, coronel, ocupaba el cargo de jefe del Grupo de Reserva y Seguridad, equivalente a los antidisturbios de la Guardia Civil. Pese a que la comida tuvo lugar el martes, 18 de febrero, cinco días antes de que se cumpliera el aniversario del golpe y que, en ella, varios guardias civiles que se encontraban de servicio fueron utilizados para preparar la paella servida a los invitados, se ágape celebró con notable discreción. Tanta que ni el mismo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, un pío devoto de Santa Teresa, se enteró de lo ocurrido. Tanta fue la discreción que, en cuanto se han conocido los hechos, gracias a la información de El País, el ministro se dio oficialmente por enterado y cesó, eso sí, de forma fulminante, al hijo del golpista.

Sin embargo, el ministro evocado se movió con su acostumbrada prudencia y el cese promovido por él no implicó la expulsión del hijo de Tejero de la Guardia Civil, quien ahora se queda sin destino provisionalmente, hasta que pueda pedir de nuevo plaza, posiblemente tras el verano. En el pasado, Interior le negó de forma reiterada su promoción a jefe de una comandancia, requisito previo para convertirse en general. Su padre, el golpista Tejero Molina fue, él sí, expulsado del Ejército por condena firme a 30 años de prisión por un delito de rebelión militar como principal responsable de la trama del golpe de Estado, de los que sólo pasó poco más de 15 en prisión. Entre los invitados a la paella del pasado 18 de febrero, no autorizada, estaba Jesús Muñecas Aguilar, capitán condenado a cinco años de cárcel por el golpe de 1981. Muñecas Aguilar fue quien se dirigió a los diputados para tranquilizarlos y, ya en libertad, montó un picadero en Valdemoro.

Antonio Tejero Díaz, de 54 años, declara que sí hubo una paella pero que fue “una comida de amistad”. Su hermano, Ramón Tejero, que es sacerdote en Mijas-Costa (Málaga), explica que no es el único de los miembros de la familia Tejero que desarrollaron su carrera dentro de la Guardia Civil. Juan, otro hijo de Tejero, explica que en el ágape “no se celebró el 23-F” y que, en su casa, nunca conmemoraron la efemérides. El párroco RamónTejero, por su parte, asegura que “el cese de mi hermano lo atribuyo a una falta de vergüenza del director general de la Guardia Civil y del ministro del Interior”. Este, por lo menos, destituyó a Antonio Tejero de forma fulminante por pérdida de confianza. Claro que el castigo no implica su expulsión del Cuerpo. Antonio Tejero Molina, de 82 años, expulsado del Ejército por rebelión militar, rememoró el 33 aniversario de su sonada entrada en el Congreso de los Diputados con viejos amigos del golpe y en las instalaciones del cuartel de su hijo. Y, según ha reconocido Interior, hace unos días, en una nota de prensa, mantuvo un almuerzo no autorizado en su acuartelamiento de Valdemoro (Madrid) con diversas personas implicadas en el intento de golpe de Estado del 23-F.

No hay comentarios: