viernes, 28 de noviembre de 2014

La alarma del pequeño Nicolás.

El peqeuño Nicolás, con Esperanza Aguirre.
 El pequeño Nicolás, con José María Aznar.
      Con la alcaldesa, Ana Botella.
 Con el Rey, Felipe VI. 
 Con Mariano Rajoy.
Con Dios...

Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pequeño Nicolás que ha logrado poner nervioso a todos los estamentos del Estado. Vicepresidencia, Casa Real, CNI y a otros personajes políticos que le apadrinaron, ha provocado y amentado la dosis de misterio en las tesis conspiranoicas. Con sólo 15 años, el pequeño Nicolás ya había descubierto que, para prosperar en política, únicamente necesitaba arrimarse a las personas correctas y hacerles palmas. Sorprenden sus fotografías junto a autoridades de la derecha. Hay quien asegura que esa imagen les hacía gracia. Pero hoy sus padrinos lo niegan todo o tratan de rebajar la intensidad del vínculo. Y, las más altas representaciones del Estado, han emitido una respuesta, acusándole de mentir. Sin embargo, nadie ha explicado aún por qué necesitaban a un chico de 20 años. Un chaval que, con cuatro saltos, se metió en la cocina del Gobierno, del CNI y  de la Zarzuela.

Al contrario del efecto deseado por todos los que le persiguen, el pequeño Nicolás ha conseguido acaparar la atención de todos los medios de comunicación. “Él comprobó, al poco de aterrizar en FAES –escribe José María Olmo en El Confidencial–, que algunos políticos necesitan jóvenes que hagan de recaderos, actúen en su nombre, llenen mítines de votantes y les susurren palabras dulces al oído. El chico aprendió a hacer todo eso como nadie, pero aspiraba a cotas mayores. Así que utilizó esos buenos amigos para intentar acceder a escalones superiores de la pirámide y forjar nuevas relaciones. Ahí continúan sus sombras. Esos primeros contactos establecidos bajo el paraguas de FAES y del PP, le sirvieron para empezar a hacer negocios por su cuenta en el mundo de la noche y el sector del ladrillo. Mercadeó con licencias, contratos y adjudicaciones. Logró que una empresa de la construcción pagara 5.000 euros al mes por su chalé de lujo en la exclusiva urbanización de El Viso, en Madrid, con la promesa de que le conseguiría clientes. Engañó a firmas de alquiler de coches para que le dejaran vehículos a cambio de falsas gestiones. Sacó al menos 65.000 euros a dos empresarios a los que prometió el acceso a presidentes de multinacionales… Y, en las siete horas que pasó declarando en la comisaría de la calle de Rafael Calvo aportó datos comprometedores para más de un dirigente del Partido Popular”.

El pequeño Nicolás sostiene que ha realizado operaciones secretas y asegura que tiene datos que lo demuestran. Desde su visita al CNI, está salpicado de intrépidas misiones en las que asegura haber intentado desmontar la ofensiva nacionalista de ERC y salvar de las llamas a la Infanta Cristina. Sostiene que ha realizado otras operaciones secretas y asegura que tiene datos que lo demuestran, aunque, por el momento, no ha exhibido ninguno. El CNI le siguió la pista y pasó toda la información a Asuntos Internos de la Policía Nacional, la sección del cuerpo que hace de enlace con los servicios de inteligencia.

Pero, lo que más sorprende de esta historia es que el pequeño Nicolás esté dispuesto a mantener el vodevil por encima de sus posibilidades. Sus abogados le pidieron que no saliera de casa de sus padres y que evitara todo contacto con periodistas para no influir en su delicada situación procesal en la que está imputado por falsedad, usurpación de funciones públicas y estafa. Sin embargo, el pasado miércoles desapareció de su vivienda y llegó a un pacto con varios medios. Se cree que lo  hizo para mantener viva su historia y para conseguir dinero. Al pequeño Nicolás le apasiona gastarlo y poner a gente importante nerviosa. Lo que demuestra la incapacidad de las altas instituciones del Estado para gestionar sin más dilaciones este desafío. La Policía Nacional ha puesto en marcha una investigación para descubrir todas las presuntas estafas que habría protagonizado el joven en los últimos meses e identificar a sus supuestas víctimas. Y le vincula con una trama corrupta de estafas y chantajes. Mientras tanto, el pequeño Nicolás sigue ahí, provocador y desafiante.